Estados Unidos no solo está pasando por la misma emergencia sanitaria que el resto de países donde el Covid-19 está haciendo estragos, sino que a esto se suma una crisis de abastecimiento cárnico.
Queda de manifiesto la gran profesionalidad del sector cárnico en España, que engloba a ganaderos e industrias cárnicas, ya que está garantizado el suministro en todo momento.
Estados Unidos, el país que más carne consume a nivel mundial, se enfrenta al cierre de más de 22 plantas de procesado cárnico en la que trabajan alrededor de 35.000 empleados al detectarse brotes de Covid-19. Parece ser que el sector cárnico no ha adoptado los estrictos protocolos de salud que si se cumplen en nuestro país.
Esto ha hecho que los lineales de productos cárnicos de los supermercados aparezcan vacíos y se prevé que en mayo empeore esta situación.
¿El gobierno americano ha perdido el control de la crisis?. Está por ver.
En España todas las empresas cárnicas han adoptado estrictos protocolos de bioseguridad, que además de incluir todas las medidas de higiene y salud recomendadas por las autoridades sanitarias para la prevención y protección contra el coronavirus, incluyen otras como el refuerzo en los métodos de acceso para empleados y proveedores o la limpieza y desinfección continua de instalaciones, maquinarias y zonas comunes. Esto garantiza la salud de los trabajadores y de los productos que llegan al mercado.
The Washington Post publicaba días atrás las palabras de John Tyson, Presidente de Tyson Foods, una de los principales grupos cárnicos estadounidenses:
«La cadena de abastecimiento de alimentos se está rompiendo. Tenemos la responsabilidad de alimentar a nuestro país. Es tan esencial como la sanidad. Es un desafío que no debe ignorarse. Nuestras plantas deben permanecer operativas para poder alimentar a las familias americanas».
En España para que los productos lleguen al mercado, se han aumentado aún más los controles, ya de por sí los más estrictos del mundo, gracias a un modelo de producción, el europeo, cuya normativa contempla las mayores exigencias en cuanto a calidad y seguridad alimentaria, y que está avalado por un sistema de trazabilidad a lo largo de todo el proceso de producción, transformación y distribución hasta llegar al punto de venta.